Como os comentábamos la semana pasada, nuestro país es uno de los países productores de vino más importante de todo el mundo. Es, de hecho, la región con mayor superficie de viña (1.018 millones de hectáreas), y el tercero en producción (29,7 millones de hectolitros). Las variedades de uvas más plantadas en España, de las más conocidas mundialmente, son la Tempranillo y la Airén.
La primera de ellas, la Tempranillo, es autóctona de La Rioja. Muy bien valorada por su alta calidad, es de las uvas que mejor aguanta los procesos de envejecimiento. Por eso, se suele utilizar para los vinos de crianza y reservas, que dan lugar a caldos equilibrados y aromáticos con toques a especias y tostados. Su cultivo se ha extendido por todo el país – también lo encontramos en Castilla-la Mancha, Cataluña y Castilla y León-. Con esta variedad se elaboran no sólo vinos tintos, también vinos blancos, blanc de noir y rosados muy interesantes como es el caso de nuestro rosado Barcolobo Lacrimae Rerum, ganador de una medalla de oro en Decanter. Notas típicas de esta variedad son la ciruela, cereza, frutas del bosque, notas florales, tras la crianza aparecen tabacos, vainillas, cueros,…
Por su parte, la Airén, autóctona de Castilla-la Mancha, es la variedad de uva blanca más plantada de nuestro país. Con ella, se elaboran vinos ‘neutros’, de intensidad moderada, con tendencia a matices frutales. La cepa, muy resistente a la sequía -capaz de adaptarse a terrenos poco fértiles y a climas extremos-, da como fruto una uva de color amarillo, con piel de grosor medio y caldo incoloro.
Uvas tintas
Pero no son los únicos tipos de uvas que destacan en España. Entre las uvas tintas, encontramos una gran selección, de las que destacaremos las siguientes: la Alicante o Garnacha Tintorera, la Bobal, la Garnacha y la Monastrell.
La variedad más reseñable es la Garnacha, que se disputa con la Tempranillo el puesto por el tipo de uva más plantada de nuestro país, ya que su cultivo está muy extendido por todas las regiones vitivinícolas. En concreto, la zona de Castilla y León. Pero más adelante os hablaremos de las uvas más importantes de nuestra tierra. Como resultado de su zumo, encontramos vinos jóvenes, con toques frutales y alta graduación alcohólica. Aunque hace años era una de las preferidas para la elaboración de rosados, ahora se elaboran muchísimos tintos mono varietales de esta variedad, algunos de cepas viejas como en Priorat.
Asimismo, también encontramos la uva Garnacha Tintorera, autóctona de Aragón. Tiene muy buen envejecimiento, pero se oxida con facilidad. Por eso, se suele combinar con otras variedades, dando lugar a vinos intensos con alto contenido en taninos.
Para finalizar esta selección, nos desplazamos hasta el levante español, donde se cultivan dos variedades de uva autóctonas muy importantes en el país: la Bobal y la Monastrell, muy diferentes entre ellas. La primera, muy parecida a la Garnacha, da lugar a un vino joven afrutado, con el que se elaboran rosados y son parte de muchos coupages. Por su parte, la Monastrell tiene un alto contenido alcohólico y se suele destinar a crianza para potenciar sus matices. Es una variedad que se ha ido domando y hace unos fantásticos vinos en la zona de Jumilla.
Uvas blancas
Entre las variedades de uva blanca, también tenemos gran diversidad por toda la geografía española. En este caso, hablaremos del Albariño, el Palomino, la Pedro Ximénez, la Parellada y el Xareló.
Posiblemente, una de las variedades más conocidas sea el Albariño, autóctona de Galicia y la base de los vinos blancos D.O. Rías Baixas. Perfecta para climas húmedos y templados, se caracteriza por tener unos toques frutales intensos, sobre todo de manzana. Es un vino con notable acidez y alto contenido alcohólico.
Si seguimos por el norte, en Cataluña destacan dos tipos de uva blanca: la Parellada, de maduración tardía, que se utiliza para vinos jóvenes y aromáticos, también para cavas; igual que Xareló, autóctona de la zona catalana, con toques frutales y destinado a la elaboración de cava.
Cerramos nuestro paseo vitivinícola en Andalucía. Aquí encontramos dos importantes variedades de uva blanca: la Palomino y la Pedro Ximénez. La Palomino gran parte se destina a la producción de vinos generosos de Jerez, desde los finos y olorosos hasta manzanilla. Destacan por sus toques frescos y matices almendrados. Por otro lado, Pedro Ximénez, autóctona de la zona, se utiliza para la mayoría de los vinos de D.O. Montilla-Moriles. Como resultado, un vino de alto contenido en azúcares y sabor y aroma que recuerda a las pasas debido a su proceso de producción (uvas secadas al sol y envejecimiento en soleras).
Uvas, blancas y tintas, que así pintan el mapa de España. ¿Quieres saber cuáles son las variedades más importantes de la zona norte del país y de Castilla y León? Más adelante, descubriremos los tipos más reseñables de la tierra donde nace Barcolobo.