En la historia, todo tiene un origen, todo tiene un por qué. También en el caso del sacacorchos. Se trata, evidentemente, de un artilugio que apareció en nuestras vidas después de que el corcho se comenzase a utilizar en las botellas de vino. De hecho, este tapón se inventó alrededor de 1670 y el sacacorchos no fue diseñado hasta el siglo XVIII; la primera fecha registrada fue 1795, patente de Samuel Hensall.
Y ese primer modelo fue el popular sacacorchos en forma de “T”. Se trata de un tornillo, que es la parte que se introduce en el corcho, con una base o asa (normalmente de madera), que es la que permite girar el elemento y extraer el tapón.
Tipos de sacacorchos
Desde esa primera propuesta, el diseño del sacacorchos ha ido cambiando bastante. La primera variante no tardó mucho en llegar. En 1802, Edward Thompson propuso una mejora a este modelo: añadió un tope para guiar al usuario y facilitar el ascenso del corcho.
No obstante, cada nueva versión ha ido evidenciando más “los defectos” de este modelo, que requiere mucha fuerza y maña; atrapando la botella bajo el brazo o incluso entre las piernas para encontrar el ángulo y poder tirar hacia arriba con el temple justo para no lanzar también la botella.
Por eso, actualmente podemos encontrar hasta cuatro modelos más, cuya única función se centra en descorchar una botella de vino.
- “Dos tiempos”. Es el modelo más popular hoy en día, utilizado por la mayoría de los profesionales de restauración y sommeliers. Es un utensilio plegable que cuenta con un tornillo, un tope para que repose en el cuello de la botella y un asa plegada que hace de palanca para poder perforar el corcho y levantarlo sin mucho esfuerzo. Además, suele contar con una cuchilla para quitar fácilmente el papel que envuelve el corcho.
- “De Alas”. Es el otro modelo más difundido. Con un tornillo igual, el asa está dividida en dos alas para ayudar a hacer palanca y sacar el tapón. Está más frecuente en las casas que en los bares o restaurantes.
- De aire comprimido. Uno de los modelos más novedosos del mercado es el sacacorchos de aire comprimido. Consiste en una cápsula que se introduce en la botella, clavando una aguja en el corcho y, una vez que se pone en funcionamiento la bomba de aire, absorbe el tapón sin dañar la botella.
- “Láminas”. Se trata de uno de los modelos más peculiares, ya que se suele utilizar solo con aquellas botellas añejas cuyo corcho está dañado. En este caso no se pincha ni atraviesa el tapón, sino que se “abraza” juntando las dos láminas.
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