Aunque parezca una tarea sencilla, conservar el vino en excelentes condiciones requiere un arduo trabajo previo. Y sobre todo ahora que se acercan fechas de celebrar, para brindar, en la que sacamos nuestra botella de Barcolobo, pero quizá no la terminamos. 

 

Para que no se pique, pierda color y cuerpo – también oxigenación – hay que tener en cuenta cuatro elementos clave: temperatura, humedad, luz y aire. 

 

Temperatura.

Lo ideal es que el vino se conserve en un almacén fresco, entre 10 y 15 grados. Pero lo más importante es que no se someta a continuos cambios de temperatura: estos contrastes y fluctuaciones aceleran la degradación de la calidad del vino, ya que se expone a una mayor fatiga. 

 

Humedad.

El intervalo recomendable oscila entre el 65% y el 80% de humedad. Cuando el vino se encuentra fuera de estos niveles, el corcho que tapona la botella puede verse dañado, con grietas y/o fisuras, y provocar, entonces, un  proceso acelerado de deshidratación.

 

Aire.

Como adelantamos, el aire entra en juego como consecuencia de la humedad; y es, posiblemente, uno de los mayores enemigos para la buena conservación del vino. Cuando un vino se descorcha, entra en contacto con el aire, y entonces comienza un proceso natural de degradación. Normalmente 24/48 horas después, pierde su aroma, el color e incluso su sabor. 

 

Es, como decimos, algo muy típico en estas fechas. Cuando recuperamos la botella que no nos hemos acabado la noche anterior y ya notamos que ha perdido “fuerza”. No obstante, cabe destacar que en el proceso de crianza de los vinos con más peso (reservas y grandes reservas), el oxígeno permite que se atenúen los matices aromáticos. 

 

  • Luz. Este factor es clave, ya que incide en el “descanso” del vino. Por eso, normalmente, suelen envasarse en una botella de vidrio con una coloración oscura, que conserve la neutralidad y la calidad del producto.

 

Por todo ello, se recomienda que el vino se guarde en un lugar fresco y en un mueble que no se abra mucho (para evitar la interacción de la luz) y tumbado – en posición horizontal – para que el corcho se mantenga en contacto con el vino, haga presión y evite la interacción de la humedad.  

 

Esto explica por qué antes se mantenía en cuevas, y ahora existen vinotecas. Si en casa no dispones de un mueble con las condiciones ideales para la conservación del vino, evita que su lugar sea la cocina, ya que es posiblemente la estancia más expuesta a continuos contrastes de temperatura. 

Ten en cuenta todos estos elementos y podrás disfrutar de un Barcolobo en perfecto estado durante estas fiestas, y por mucho tiempo. ¡Brindemos pues!