A pesar de lo que la mayoría de la gente cree, las barricas de vino son mucho más que el recipiente donde este se almacena. De hecho, es un elemento clave en el proceso de elaboración y crianza del caldo. Las barricas, también denominadas cubas o toneles, filtran oxígeno a la bebida, aportándole unos matices únicos al producto.

Estos aromas y sabores dependen del tipo de caldo, pero también y no menos importante, del material de la cuba. La barrica cumple con diversas funciones: separar los sedimentos, fijar el color y mejorar el sabor. Por tanto, esta decisión tan crucial para la crianza del vino la toma el enólogo. 

Las barricas más utilizadas son las de roble, tanto francés como americano. Es más, en Barcolobo apostamos por el primer tipo con tostados seleccionados que nos permite obtener un caldo exquisito donde conjugan perfectamente la fruta y la madera. Pero no es el único tipo de madera que se emplea en estos recipientes.

 

Barricas de madera

  • Roble francés. Se trata de un material blando, con un proceso de oxigenación del vino lento. Esto proporciona toques suaves y delicados al producto. De hecho, todo depende del crecimiento del árbol, ya que si es más pausado, el grano es más fino y por lo tanto de mayor calidad.

 

  • Roble americano. En comparación con el roble francés, su madera es más resistente, dura y permeable. Gracias a estas características, el vino tendrá un sabor más potente en menos tiempo. Este tipo de madera aporta aromas fuertes como el cacao o café.

 

  • Roble español. Es el tipo de roble menos popular, aunque tiene semejanzas con el francés debido a la cercanía de la zona geográfica. Aún así, suele ser el material elegido para los vinos tintos, ya que posee un gran potencial enológico. Los matices que aportan recuerdan a toques avainillados y ahumados.

 

  • Acacia. Dependiendo del grado de tostado que tenga la madera, la acacia da lugar a dos variedades: toques frescos cuando no está tostada, por tanto, utilizada en vinos blancos; matices más fuertes cuando está tostada parcialmente, destinada para vinos tintos.

 

  • Cerezo. Como ocurre con el tipo de madera de acacia, el cerezo también se distingue por dos tipos de barricas. En este caso, ambas sirven para vinos blancos y tintos, y aportan un toque a  ciruelas o cerezas. Cuando el nivel de tostado es medio, los matices son más intensos.

 

Tipos de barrica

Pero no es la única clasificación que existe. También podemos diferenciar las barricas de vino según su capacidad y tamaño. Los cuatro tipos más utilizados son: 

 

  • Bordelesas. Existen varios tipos de barrica bordelesa, nombre que se debe a la ciudad francesa de Burdeos. La más popular tiene una capacidad de 225 litros y pesa unos 48 kg.

 

  • Barriles ovales. Con una capacidad de entre 1 y 16 litros, este tipo de barrica se utiliza para almacenar y servir el caldo sin necesidad de embotellarlo.

 

  • Botas. Uno de los tipos de barrica más grande que se utiliza, “la bota” llega a albergar hasta 1.500 litros.

 

  • Cubas. La cuba es la barrica con mayor capacidad, desde los los 1.000 hasta los 50.000 litros. Su forma es más ancha por la parte inferior, lo que sirve de base. 

El misterio del vino, donde cada componente es tan esencial como el anterior. Los Barcolobo, criados en barricas de vino de roble francés de 225 litros de capacidad, son toda una experiencia para tu paladar.