Todo gran proyecto tiene una gran historia detrás. Y la de Barcolobo no podía ser menos. El comienzo de esta bodega se remonta a 1920. “Se trataba de una finca ubicada en Castronuño, en la que había plantados viñedos malvasía”, comienza diciendo Carolina Isidro, gerente de Barcolobo. Y explica: “Pero luego, por una serie de plagas, se echaron a perder los viñedos y se dejó de plantar”. 

Eso podía haber quedado ahí, y ahora ser una tierra olvidada. Pero en 1971, la familia Isidro decidió adquirir la finca como única intención de tener ese espacio común para todos. Tuvo que pasar un tiempo más para embarcarse en el proyecto de Barcolobo. “Fue hace más o menos 17 años cuando se decidió retomar el tema de los vinos en la finca. Al fin y al cabo ya estaban ahí”, nos cuenta Isidro. 

Y así nace Barcolobo, como proyecto familiar. “Detrás de la marca está toda mi familia, teniendo en cuenta que mi padre son diez hermanos; ahora, más primos e hijos de primos. Un montón”, nos cuenta la gerente de la bodega. Sin embargo, ella matiza que el proyecto es común: “Una finca familiar que llevamos entre todos. Toda la familia Isidro”.

 

Finca La Rinconada 

Pero…¿de qué finca se trata? De Finca La Rinconada. “Se encuentra en Castronuño, pegadito a Toro. Pero en vez de pertenecer a Zamora, pertenece a Valladolid”, nos especifica Carolina Isidro. Esta finca, adquirida por la familia Isidro en 1971, está en la Reserva Natural “Riberas de Castronuño – Vega del Duero”, un entorno privilegiado. “Nosotros tenemos la finca como casa familiar. Pero en el complejo también hay explotación cinegética”, apunta la bodeguera. 

Asimismo, Finca La Rinconada se extiende al lado del Río Duero, otro plus inigualable. Este accidente geográfico “ofrece unos paseos preciosos por esa zona”, cuenta Isidro. El espacio se convierte, por tanto, en un hábitat excepcional que reúne muchas aves y animales que solo se encuentran en reservas naturales, así como rica fauna.